Azar Azar

Mi principal síntoma de ansiedad es la garganta cerrada, oprimida, tensa… una constante de mis días desde que esta travesía comenzó. Sin dudas algo « no pasa », hay algo que no puedo tragar … y de hecho estoy inapetente. Me sorprendí diciéndome « no hay nada que baje esta ansiedad, no importa qué haga: que lea, que escuche música o que coma ».
Y ahí me quedé en silencio …Porque los silencios en nuestras conversaciones mentales son lo que no nos animamos a decirnos a nosotros mismos. « Comer no calma mi ansiedad ». Lo escribí, tal vez por si no me animaba a volver a decírmelo.
« Los límites, no? El cuerpo son límites también, tus propios límites », eso me dijo mi terapeuta ... y en toda esta vida nunca percibí mi cuerpo de esa manera, de haberlo sabido no me hubiera esforzado tanto por ser cada vez más tolerante!
Y ahí estaba otra vez, borgianamente repasando viejos temas como la distorsión de la imagen corporal, tan propia de las mujeres que siempre nos pensamos como no somos, las derivas adictivas, esos sustitutos que buscamos para sentirnos mejor.
Límites ... debo confesar haber pensado en ellos en los últimos veinte años en la crianza de mi descendencia 🙄 y viendo a otros padres en la cruel lucha "un límite te pido! el chico anda corriendo por todo el restaurant!". Qué paradójico, no?

Mi cerebro está despertando. En el yoga, en el movimiento, en la liberación de las tensiones, en la liberación de mis músculos que se extienden, que se oxigenan, en todo el sistema linfático que se vuelve a activar, en toda la energía que empieza a fluir nuevamente, recupero la movilidad y tomo conciencia de cada parte de mi cuerpo que por tantos años estuvo rígido, estancado, empantanado, alienado...
Esa libertad en serenidad, me otorga una sensación de plenitud, de aceptación de lo bueno y de lo malo, de la alegría y del dolor, como fuente continua e inagotable de conocimiento vital.
Le deseo a cada uno una crisis, un momento de duda, de perdida de control, de neblina, en su camino. Para que se vuelva un punto de inflexión en su vida, para que la posada sea enriquecedora, expansiva.

El enojo sirve para protegernos, para poner límites que nos resguarden cuando nos sentimos amenazados. Los motivos del enojo nos pertenecen: dolor, decepción, frustración, impotencia, inseguridad...

Pero la manera en que lo expresamos la hemos aprendido al ver por primera vez el enojo en quienes nos criaron ... La manera en que manifestaron su enojo nos fue mostrando cómo expresar el nuestro.

Pero si somos sinceros y lo pensamos, veremos que nos concentramos en ese enojo pero no en la emoción que lo causó y muy probablemente sólo podamos dejarlo ir, deshacernos de ese dolor que oprime y nos retiene en un momento preciso, si nos pusiéramos a buscar por qué nos enojamos. Entonces, podríamos hacer el duelo de lo que no fue, de lo que nos dolió, nos decepcionó, podríamos pensar por qué le dimos al otro ese rol como para herirnos ... intentar ver las cosas desde otra perspectiva, transformar esa emoción negativa en algo positivo para poder dejarla ir. 

El enojo nos retiene en el pasado, nos deja un filtro opaco que distorsiona el mundo de hoy. Nos carcome, nos corroe por dentro, nos lastima.

Y si habláramos de los enojos de nuestra vida? Y si volviéramos a pensar en ellos para ver si podemos transformarlos? No olvidarlos, pero hacerlos evolucionar. Se animan?

Otra de las cosas que no sabía de los trastornos de ansiedad era de las noches tan largas como los días, que de por sí ya se llevan gran parte de nuestra energía. A veces ocurre que bajo tratamiento con antidepresivos la actividad onírica es no solo más importante sino que más intensa, los sueños parecen vividos, se entreveran con la realidad, parecen alucinaciones de a ratos. Dicen mucho pero ocupan mucho espacio. 

Atravieso un período particular con mi madre y no hay noche en que no aparezcan mis padres en sueños. Creo que la fragilidad que siento en estos tiempos me llevan a la niña que fui. Son tan reales que he tenido que recordar que mi padre falleció hace ya mucho tiempo. Los sueños son una gran fuente de información, de mensajes y de símbolos para interpretar y ayudarnos en nuestro camino de auto conocimiento. 

No nos damos cuenta de cuánto nos exigimos, de cuánto queremos hacer caber en un solo día porque el tiempo « apremia ». Se dieron cuenta de que uno quisiera que « apremia » significara « premio »? Pero no, significa « apurar para hacer con rapidez »… Injusto término! 
Vivimos sobrecargados y estresados. Y nos parece normal. « Y bueno, pero no queda otra, no puedo hacer de otra manera, si no lo hago yo no lo hace nadie! »... Y ahí nos justificamos y excusamos nuestra elección.
Les propongo que intentemos escribir los NO PUEDO de nuestra vida en una columna. En la de al lado, la misma frase con NO QUIERO. Y preguntarnos si es realmente un « no quiero », o un « quisiera pero no sé como » y así ver en cuales podemos intentar buscar una ayuda, un cambio, a veces ínfimo, que nos alivie de una tarea. Te sorprenderías viendo cuántas cosas son como son porque no pedís ayuda y pensás que lo tenés que hacer vos, sí o sí.
La sobrecarga desgasta y nuestra salud mental un tesoro al que a veces no le prestamos la atención que merece. 

“Las tristezas más duraderas son a menudo las que no nos pertenecen”. En nuestra infancia observamos y nos empapamos de todo lo que nuestra familia puede darnos. Aprendemos con ellos y de ellos. Y a veces terminamos cargando tristezas y heridas que no son nuestras. A veces hay que encontrar el valor para romper patrones, devolver a cada uno lo que le pertenece y transformar lo doloroso para liberarse y abrir una nueva era. Solo nosotros tenemos la llave para activar el proceso de sanación.