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La sequía y la ola extrema de calor que afectaron al grueso del territorio nacional hace tan solo unas semanas no solo representó un serio problema para los agricultores y ganaderos por las pérdidas y mermas en la calidad de los diferentes productos, sino que también tuvo y todavía tendrá impacto en los precios de los alimentos, sobre todo en aquellos que son altamente perecederos.
La falta de lluvias y las temperaturas superiores a 40 grados que se vivieron durante la primera quincena de enero fue un duro golpe para el grueso de las actividades agropecuarias. Si bien por su importancia económica los recortes productivos en el maíz y la soja tomaron el centro de la escena, el calor extremo generó serios problemas en producciones hortícolas, afectando de especial manera a las verduras produciendo considerables mermas en los volúmenes cosechados y la calidad de los cultivos.