983 - Salmos. La luz que me guía a la eternidad. Sal 119:105
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983 – Sal 119:105 – Salmos. La luz que nos guía a la eternidad. Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. La palabra de Dios es la luz que nos alumbra para alcanzar la vida eterna, al no tropezar por el pecado, y decir como el apóstol Pablo “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Fil 3:14). Cada letra del alfabeto hebreo tiene un valor numérico. La primera letra Álef (1), Bet (2), después de la letra 10, el valor de la letra se incrementa en 10 hasta llegar a 100, ejemplo la letra 11, Caf (20). Luego de la letra 19, Cof (100), se incrementa en 100, así la última estrofa, letra 22, Tad (400). Revisemos a continuación las estrofas 14-15-16 del Sal 119:105-128. Letra 14, Nun, 50. LA LUZ DE DIOS NOS GUÍA A PRACTICAR, OBEDECER LA PALABRA DE JUSTICIA. (Sal 119:105-112). La letra Nun su pictografía refleja a alguien sobre sus rodillas mirando el cielo significando humillarse, practicar la justicia, el que practica justicia y es exaltado. El salmista reconociendo que la palabra de Dios era la lumbrera que lo dirigía para practicar justicia, juró seguirla y guardar, practicar sus justos juicios, su palabra (Sal 119:105-106). Jesucristo es la luz que nos guía a la vida eterna “En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.” (Jn 1:4). “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.” (Jn 1:9). Jesucristo afirma: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Jn 8:12). El apóstol Pablo enseña que Cristo vino a anunciar luz: “Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles.” (Hch 26:23). El apóstol Pedro dice que es antorcha, lucero que alumbra: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2Pe 1:19). En los versos Sal 119:107-110. En su aflicción el salmista pide que Dios lo vivifique, lo alimente y de vida con su palabra. “Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra. Te ruego, oh Jehová, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca, y me enseñes tus juicios. (Sal 119:107-108). El apóstol Juan enseña que Dios es luz que nos guía a vida eterna al perdonar nuestros pecados para seguir en santidad: “pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1Jn 1:7) Letra 15, Sámec, 60. LA LUZ DE DIOS PROTEGE, SUSTENTA, FORTALECE PARA ALCANZAR LA VIDA ETERNA (Sal 119:113-120). Sámec en su pictografía original se representa como una especie de cerco, significando apoyo, rodea, escudo, sustento, contención, muro, protección. Sal 119:113-114. El salmista afirmó que él odiaba a las personas de doble ánimo, por lo que afirmó que amaba y esperaba en la palabra de Dios, porque Él había sido su escondedero (Sal 27:1, 5) y su escudo (Sal 3:3; 84:11). La luz de Dios protege, guía: “Tú (Dios), con todo, por tus muchas misericordias no los abandonaste en el desierto. La columna de nube no se apartó de ellos de día, para guiarlos por el camino, ni de noche la columna de fuego, para alumbrarles el camino por el cual habían de ir.” (Neh 9:19). Sal 119:117 Sosténme, y seré salvo, Y me regocijaré siempre en tus estatutos. Sal 119:120, 161. El salmista entonces afirmó que se estremecía ante los juicios de Dios. La luz de Dios, la palabra de Dios juzgará al incrédulo: “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.” (Jn 12:48). “Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.” (Ef 5:14). L
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Published 11/22/24
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Published 11/20/24