Este era un ciego, quien a pesar de estar ebrio todos los días, no se olvidaba de Ir a la Iglesia los domingos. Un muchacho, de esos que no faltan, admirado al verlo arrodillado ante un altar, caminando de puntillas, se colocó detrás del Señor de la Sentencia, que era a quien rezaba el borracho.
Published 12/02/21