El padre Marcelo Pérez en San Cristóbal, como el del alcalde de Chilpancingo y antes el de Héctor Melesio Cuén, son asesinatos anunciados. Se sabía que en Chiapas la guerra estaba desatada, como en Guerrero y en Sinaloa, donde todos los expertos en seguridad advirtieron que se desataría una venganza entre los Chapitos y los Mayos, después del secuestro de Ismael Zambada. ¿Por qué frente a las alertas en los tres casos no pasó nada? Por la protección que los políticos asociados con el crimen organizado le ofrecen. Se está develando la muy amplia red entre políticos y criminales. Algunas de esas autoridades cruzaron al otro lado y no se sabe el nivel de involucramiento que tienen, pero la sospecha más que diluirse se hace más espesa. Es el caso del gobernador Rocha Moya o de Evelyn Salgado.