Iniciemos el día con un ejercicio de memoria para rastrear la fobia izquierdista contra el judío. El izquierdismo es hoy una enfermedad infantil que ha cruzado sus genes con el islamismo, y ahí los tienen, de la mano de Hamás. Hemos visto incluso a Julio Rodríguez, que un día fue el responsable operativo de los ejércitos en España, y jefe de estado mayor de la defensa, en una manifestación a favor de los terroristas de Hamás, que es como si el general Swarzkopf o el general Petraeus hubieran entrado en el Capitolio de Whasington con banderas de palestina al grito de muerte a Israel. Por eso resulta interesante en esta hora contemplar la tradición de la izquierda en el cultivo de la fobia al judío. Es cierto que el antisemitismo es, como dicen ahora, transversal. Lo practicó Voltaire, y hasta Kant, el de la razón pura. Pero ese rescoldo ya solo brilla en la izquierda y calienta sus manifestaciones y alimenta su programa político. Circulan por la red los aspavientos de la diputada Mónica cuando la presidenta de Madrid le afea el antisemitismo que exhibe la izquierda en estos días trágicos. Hay primates más comedidos y aseados, que saben responder con indiferencia cuando un humano les señala su naturaleza. Mónica hace muecas, mueve los brazos, enseña los dientes, gruñe y se revuelve en el escaño, como si le hubieran enseñado de lejos un racimo de plátanos.