🤔 En ocasiones he leído, incluso escuchado enseñanzas en las que se insta a los creyentes a arrepentirse del arrepentimiento, y ciertamente, ésta es una exhortación que está vigente hoy más que nunca, pues en muchas ocasiones sentimos remordimiento por el pecado y decimos Señor, perdóname, pero no hay una transformación en el carácter, no se aparta del pecado, no se vuelve a la santidad. 🙏🏻 David en el Salmo 38, nos proporciona una lección magistral acerca del verdadero arrepentimiento, que genera un profundo pesar, un dolor en lo más profundo del corazón, comparado en la descripción con la lepra, por haber ofendido al Dios Santo, amoroso. Conoce que merece la reprensión, la disciplina del Padre eterno, pero espera en su amor. 📖 Dice el verso 18 (del Salmo 38) “Por tanto, confesaré mi maldad, y me contristaré por mi pecado”. ✍🏻 El salmista expone como un penitente la corrupción de nuestra naturaleza pecaminosa, con la confianza puesta en Dios para hallar oportuno socorro, en un arrepentimiento genuino, se quebranta ante la presencia del Santo Dios eterno y en temor reverente confiesa su pecado, reconociendo que es indigno, pero en la gracia salvadora encuentra el perdón. 🛐 Nos corresponde entender que mientras estemos en este cuerpo lleno de debilidad, conscientes de la inmundicia que representa el pecado ante la santidad de Dios, dependemos del Espíritu Santo para crecer en santidad, pero debemos estar vigilantes para no caer, para no entrar en tentación. Y si alguno ha pecado, abogado tenemos en Cristo, si en verdad nos arrepentimos. 🙇🏻‍♀️ Reconozcamos la maldad de nuestro corazón, expongamos en humildad nuestra condición ante el Padre celestial para ser limpios de toda inmundicia del pecado por la sangre de Cristo, en dependencia del Espíritu Santo que nos sostiene, redarguye y santifica.