# 80 Cortarse un brazo para despertar
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Un nueve de diciembre un monje en formación llamado Shen-kuang (Shinko en japonés) vino en busca de Bodhidharma. Las montañas estaban cubiertas de una espesa capa de nieve y Shen-kuang tuvo que abrirse un camino para poder llegar al fin hasta la pared de Bodhidharma. La noche de invierno en el alto tope de la montaña era tan fría que hasta las articulaciones del bambú crujían y parecía imposible permanecer afuera; aún así, Bodhidharma ni siquiera se volteó a mirar. Shen-kuang permaneció quieto toda la noche, sin dormir, sentarse ni descansar. La nieve que se acumulaba llegó hasta su cintura, sus lágrimas se convirtieron en cuentas de hielo y sus ropas se congelaron pegadas a su cuerpo de tal forma que si alguien le hubiese tocado habría pensado que se trataba de un trozo de hielo. Todo su cuerpo estaba rígido por el frío, pero la mente que busca el Camino estaba ardiendo, brillante. Por fin, cuando la noche empezaba a dar paso al amanecer, Bodhidharma volteó a mirarle y preguntó: “Has estado esperando bajo la nieve durante mucho tiempo. ¿Qué es lo que quieres?”. “Hay algo que quiero pedirte. ¡Por favor ten piedad de mí y muéstrame las verdaderas enseñanzas budistas!”. Pero la respuesta de Bodhidharma a las fervientes súplicas y las lágrimas de Shen-kuang fué más fría que el hielo. “La enseñanza de Buda es algo que se busca a riesgo de la propia vida. Es una pérdida de tiempo que una persona ignorante y de poca virtud busque las enseñanzas de Buda sin prestar la debida atención y de manera engreída”. Al oír esto Shen-kuang hizo su resolución aún más fuerte. Tomó una espada afilada con la cual cortó su brazo izquierdo a la altura del codo y lo ofreció a Bodhidharma. Bodhidharma se dió cuenta de que este mismo Shen-kuang era una persona que merecía heredar las enseñanzas, y le permitió convertirse en discípulo. Fuente: https://global.sotozen-net.or.jp/spa/library/stories/book2.html
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