Hemos hablado sobre las despedidas no dichas, aquellas que no podemos pronunciar y que nos duelen por mucho tiempo, que nos generan muchas preguntas y dañan día a día nuestro corazón, también hablamos sobre aquellas despedidas que son necesarias, incluso, nos preparamos, de alguna manera, para decir adios, aquellas que se nos fue la vida cuando sucedió. Sin embargo, existen despedidas que sabemos que debemos hacerlas pero nos aferramos a no hacerlo, tal véz por miedo al dolor que viene después, al miedo de no poder seguir adelante por que te sentías seguro ahí, a la frustración, a la incertidumbre y a las mil preguntas que vienen después de decir adiós. No hablamos, precisamente, de una relación, sin embargo, ¿Qué sucede cuando estás en una relación dañina? hablamos de esas relaciones donde dejas de crecer emocional, espiritual e, incluso, profesionalmente, donde puede haber algún tipo de maltrato físico, emocional y mental, o solamente esa relación donde no estas yendo a ninguna parte y sabes que lo correcto es decir adios, sin embargo, encuentras comodidad o seguridad, en cierto sentido, y por miedo al dolor que trae el partir, decides permanecer a costa de tu felicidad, decides sacrificar tus sueños y cambiar en ocasiones tu paz por satisfacer a los demás.