Description
**El sapo que quería ser un albertosaurio** Había una vez, en la época de los dinosaurios, un sapo llamado **Agapito** que vivía en una pequeña charca. Agapito era un sapo muy diferente a los demás. Era un sapo muy pequeño y feo. Tenía la piel verde y arrugada, y los ojos saltones. Los demás animales de la charca se burlaban de Agapito. Le decían que era un "sapo feo" y que nunca sería nada. Pero Agapito no se dejaba abatir. Sabía que era diferente, pero también sabía que era especial. Agapito tenía un sueño: quería ser un albertosaurio. Los albertosaurios eran dinosaurios muy grandes y poderosos. Eran los depredadores más temidos de la época. Agapito sabía que era imposible que un sapo se convirtiera en un albertosaurio. Pero él no se rendía. Agapito pasaba horas imaginando que era un albertosaurio. Se imaginaba corriendo por la pradera, cazando a sus presas y siendo el rey de la selva. Un día, Agapito estaba soñando con ser un albertosaurio cuando escuchó una voz. - ¿Qué estás haciendo? - preguntó la voz. Agapito se despertó y vio a un albertosaurio de pie frente a él. - Estoy soñando con ser un albertosaurio - dijo Agapito. [Image of Albertosaurio] El albertosaurio se rió. - ¿Un albertosaurio? - preguntó. - ¿Un pequeño sapo como tú quiere ser un albertosaurio? Agapito se sintió avergonzado. - Lo sé - dijo. - Es imposible. Pero es mi sueño. El albertosaurio se quedó mirándolo por un momento. - ¿Sabes qué? - dijo. - Creo que deberías cumplir tu sueño. Agapito se sorprendió. - ¿De verdad? - preguntó. - Sí - dijo el albertosaurio. - Si quieres ser un albertosaurio, entonces tienes que trabajar duro para conseguirlo. El albertosaurio le dio a Agapito un consejo. - Si quieres ser fuerte, tienes que comer mucha comida - dijo. - Si quieres ser rápido, tienes que entrenar todos los días. Y si quieres ser valiente, tienes que enfrentar tus miedos. Agapito agradeció al albertosaurio por su consejo. - Lo haré - dijo. - Cumpliré mi sueño. Agapito comenzó a trabajar duro para cumplir su sueño. Comía mucha comida para hacerse fuerte. Entrenaba todos los días para hacerse rápido. Y enfrentó sus miedos, incluso cuando los demás animales se burlaban de él. Pasaron muchos años, y Agapito se convirtió en un sapo muy fuerte, rápido y valiente. Ya no era el pequeño y feo sapo que era antes. Un día, un grupo de albertosaurios estaba cazando en la pradera. Los albertosaurios vieron a Agapito y se sorprendieron. - ¿Qué es eso? - preguntó uno de los albertosaurios. - Es un sapo - dijo otro albertosaurio. - Un sapo que quiere ser un albertosaurio - dijo el tercer albertosaurio. Los albertosaurios se rieron. - Eso es imposible - dijo uno de los albertosaurios. - No es imposible - dijo Agapito. - Soy un albertosaurio. Los albertosaurios se quedaron mirándolo por un momento. - ¿De verdad? - preguntó uno de los albertosaurios. - Sí - dijo Agapito. - Y estoy listo para demostrarlo. Agapito se enfrentó a los albertosaurios. Peleó contra ellos con todas sus fuerzas. Los albertosaurios estaban sorprendidos por la fuerza y el coraje de Agapito. Finalmente, los albertosaurios se rindieron. - Eres un albertosaurio de verdad - dijo uno de los albertosaurios. - Sí - dijo Agapito. - Y estoy aquí para quedarme. Los albertosaurios aceptaron a Agapito como uno de ellos. Agapito finalmente había cumplido su sueño. Se había convertido en un albertosaurio. Agapito vivió feliz para siempre con los albertosaurios. Era un miembro respetado de la manada, y siempre estaba listo para ayudar a los demás. La historia de Agapito nos enseña que si queremos cumplir nuestros sueños, tenemos que trabajar duro y nunca rendirnos. JOSÉ PARDAL