Con motivo de la muerte de Ricardo Alarcón, EL ATICO DE PEPE abordó la biografía de uno de los miembros selectos de la cúpula castrocomunista, defenestrado luego. En el programa, su conductor, Pepe Forte, leyó un artículo de su autoría, que escribió en el año 2013 y que aparece en su website pepeforte.com, a propósito de la remoción de Alarcón del universo oficialista rojo en Cuba. Estos son algunos extractos de ese artículo:  “Por esa puerta se entra y por esa puerta se sale” expresó salomónico Raúl Castro, al referirse a la defenestración de Raúl de Alarcón, anunciada en un acto comunista, el 3 de julio del 2013. Y cerró la frase diciendo que tal no significa ningún demérito. Sólo que para quienes conocen la orwelliana neo-lengua del castrismo saben que cuando te citan como “liberado de sus funciones”, a veces es mejor que te parta un rayo. Ya ha pasado mucho tiempo de Revolución como para creer que sacar del Politburó a un histórico como lo fue Alarcón representa un simple y noble retiro. En el mejor de los casos cuando ello ocurre, es porque el “vaporizado” —para seguir con Orwell—, lo menos que tiene es un cáncer terminal, que la prensa cubana siempre define candorosamente después del fallecimiento con el eufemismo de "una larga y penosa enfermedad". Otras purgas terminaron con el encarcelamiento o el llamado “plan piyama” a funcionarios del PCC o el gobierno cubanos, y también el fusilamiento, como le ocurrió a Ochoa. Para estos “siquitrillamientos” siempre hubo causas mayores. La mayoría de ellas, cuando invocadas, no las reales. ¿Qué hay detrás pues de la remoción de Alarcón?  No se trata de corrupción ni de opulencia, que coloquen a Alarcón en la “inmoral” falta de vivir como un millonario entre un pueblo oficialmente reconocido como un estado de obreros y campesinos.  Alarcón claro que es un corrupto un vivebién como todos los demás miembros del gobierno. Pero detrás del serruchado de piso a Alarcón hay otras razones, acaso no las clásicas; Alarcón era un hombre de Fidel. Y ahora el que manda es Raúl, quien después de supervivir a las Reflexiones del Comandante que eran manotazos a los cambios que él quería hacer, parece que ahora es que está pudiendo comenzar la "chinización' de Cuba. Por eso las últimas movidas de autorizar los viajes, las ventas de casas y autos, y una flexibilización en la salida al extranjero de disidentes y opositores. Y en ese flamante esquema, en el afán de continuar detentando el poder pero con nueva fórmula ejecutiva que cambiará el ropaje del sistema mas no su esencia ni renunciar a ella, Alarcón sobra. Bien empleada le está a Alarcón su caída: la Revolución, siempre ciega, inmune al agradecimiento, feroz e implacablemente oportunista, como Saturno, continúa devorando a sus hijos. Después de años de fidelidad —conveniente fidelidad, es verdad, pero fidelidad al fin y al cabo—, esa gran guarapera que es la Revolución Cubana, acaba de defecar ahora como bagazo a Ricardo Alarcón, a pesar de que es un "pepillo" según su edad en la gerontocracia del Comité Central en la que el más chiquillo pasa de 80 años. Raúl comenzó la desfidelización de su escuadra. Los Lages, los Hasanes y los Pérez-Roques fueron eliminados aún cuando parecía faena imposible; ahora trepó a un nivel más alto, el de los que parecían inamovibles, como Alarcón. ¿Qué decir de Alarcón? Después que Cuba dio mentes tan brillantes como Varela, Saco, Martí o Varona, resulta que aparece todo un ñame con corbata,  para decir disparates antológicos como aquella respuesta que le dio al joven cubano acerca de viajar (“sólo viaja una fracción de gente en el mundo; si todo el mundo volara se formaría una trabazón tremenda de aviones en el aire”). Ése era el modo que tenía Fidel Castro de burlarse de la diplomacia mundial. Alarcón fue canciller de Cuba, representante del país en la Naciones Unidas… el