El presidente Luiz Inácio “Lula” Da Silva se jugaba un partido importante al organizar en Río de Janeiro la cumbre del G20, donde buscaba afianzar a su país como un actor relevante en la política internacional. Por un lado, Lula logró incluir en la declaración final una propuesta para crear la “Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza”, una iniciativa personal del mandatario. 82 países adhirieron a este pacto que apuesta a reunir a países de todo el mundo e instituciones internacionales para liberar recursos financieros con el objetivo de erradicar el hambre y la pobreza en el año 2030. "Compete a los aquí presentes, a quienes están alrededor de esta mesa, la tarea impostergable de acabar con esta lacra que avergüenza a la humanidad", dijo el mandatario brasileño La presidencia brasileña del G20 también consiguió un paso adelante en su iniciativa para crear un impuesto global a los super ricos. Lo que se pudo incluir en el texto oficial fue un compromiso de cooperación "para garantizar que los individuos con patrimonio neto ultraalto sean efectivamente tasados", aunque "con total respeto a la soberanía tributaria". Donde no logró grandes avances fue en la agenda para luchar contra el cambio climático. Por ejemplo, la declaración final no hace referencia a compromisos para abandonar progresivamente las energías fósiles y tampoco fija nuevos objetivos concretos en materia climática para los países miembros del grupo. ¿Qué se jugaba Lula en el G20? ¿En qué medida tuvo éxito? La Mesa de Análisis Internacional con Gonzalo Pérez del Castillo, Leo Harari (en Uruguay) y Marcelo Silva de Souza (desde Brasil).