Description
En 1936, la revista gráfica Estampa relató el extraño caso del toro Civilón, una res brava domesticada por una niña salmantina que se dejaba acariciar por humanos.
Civilón, negro, lucero y meano, era el último superviviente de los cinco vástagos de la vaca Civilona y el toro más macarra dela ganadería de Juan Cobaleda. Su afición a las peleas simultáneas, al estilo de gran maestro del ajedrez, con varios de sus congéneres le hizo llegar a toro. Enfrentado a tres de sus vecinos, fue objeto de una limpia herida de asta en el cuello que justificó, con un parte de baja reglamentario por unas lesiones que tardó tres meses en sanar, su inasistencia a la novillada en Valencia que figuraba como punto final de la biografía de su sino.
Ver la muerte de tan cerca y tres meses de sopitas y buen vino hicieron recapacitar al macarra Civilón sobre los placeres de la amistad, la cooperación y la buena compañía. Pero por noble y bravo que fuera, no era labor sencilla reconquistar la confianza perdida de aquellos semejantes con los que había llegado a los cuernos. Quizás por pereza o tal vez por longanimidad, pero, en cualquier caso, dando un susto morrocotudo a gañanes y mayoral, rompió con los prejuicios de especie y se acercó manso y afable, a la risueña y despreocupada niña Carmelilla Cobaleda, que aún no había cumplido los ocho años y era la menor de las hijas del ganadero Juan Cobaleda. Ni los recelos más ancestrales ni los miedos más arraigados pueden frenar el encuentro entre dos inocentes ajenos a la cultura. El ansia de la bestia por ser acariciada por vez primera no puede competir con el deseo de la bella por acariciarla. No hay lugar para la competencia cuando solo vale el empate. El miedo de los gañanes intentó impugnar el encuentro, evitarlo a toda costa, pero la cultura pesa y el amor es más ligero. Carmelilla peinó con la mano la suave testuz de Civilón y el toro descubrió que las caricias dan más gustirrinín que las cornadas.
– ¡Vaya tontería! –pensarán ustedes. Después de visto, todo el mundo es listo, pero hay que saberlo y el único superviviente de los hijos de la vaca Civilona, no lo sabía hasta entonces. Como tampoco sabía que los arrumacos de otros niños podían ser tan gozosos como los de Carmelilla. Cuando lo descubrió se dió cuenta de que estaba perdido y buscó en la dehesa manos amigas con la misma urgencia que un adicto reciente busca al repartidor de caramelos en la puerta del colegio.
Un toro amigo de los niños, una bestia ignorante que come hierba mansamente de la mano de cualquiera. Esa es la noticia que todos quieren leer, pensó Javier Sánchez Ocaña, el priodista más azucarado del hebdomadario gráfico Estampa, y con él de la España de la II república, que no ignoraba el éxito de La historia de Ferdinand, el best seller del norteamericano Munro Leaf.
A raíz de la publicación del reportaje se desató una gran campaña para evitar la muerte del toro amable. Civilón, el toro más famoso de españa, fue indultado por presión popular en la Monumental de Barcelona el 28 de junio de 1936.
Con la realización técnica de Elena Ojeda y la participación de Gerardo Bullón, Xisco Rojo, Carlos Lapeña y Elena Ojeda. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña.
Emitido originalmente el 14 de marzo de 2018
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