Description
Es sabido lo polifacéticos que han sido los poetas que han escrito letras de tango. Ninguna entretela de la condición humana ni tampoco los heterogéneos arquetipos de la sociedad les fueron ajenos a su sensibilidad, a su aguda percepción para captar las diversas manifestaciones de la vida refugiadas tanto en multitudes de personas de muy diferente extracción como en un parque, en un puerto, en las diferentes cárceles que tiene el alcohol, en los infiernos y cielos que cohabitan en el amor, para luego plasmarlas en letras cuyos mensajes constituyen sabias y profundas obras de filosofía.
Aunque Buenos Aires mira al río que baña sus costas, a veces con los ojos enturbiados por el dolor y otras por la felicidad, sus poetas no pudieron sustraerse a esa magia tan rica en misterios que oculta el insondable mar. ¿Qué poeta, independientemente de las geografías, las costumbres, los tiempos no tomó al mar como una fuente de inspiración? Y los que siempre transitaron las calles iluminadas del tango no fueron una excepción.
Toda la sugestión que sobre el alma ejercen el mar, las playas, las riberas, los puertos, las naves, y las mortecinas tabernas y bodegones portuarios, con sus puertas siempre abiertas para que entren el dolor y la alegría tomados del brazo, fue plasmada en tangos con una singular belleza, con una policromía de emociones acorde con esa sutil inmensidad de la que el alma es adicta, para tener sus alas siempre en acción.