Las elecciones presidenciales estadunidenses de 1992, en las que Bill Clinton derrotó a George H.W. Bush, sorprendieron a quienes esperaban un resultado que permitiera la continuación de las negociaciones del TLCAN sin mayores contratiempos. Surge entonces una extraña coalición —compuesta de dos de los tres candidatos a la presidencia estadounidense, grupos ecologistas, activistas en favor de los derechos humanos y laborales, intelectuales mexicanos, sindicatos, grupos nacionalistas y organizaciones supremacistas anti-mexicanas, entre muchos otros— cuyos miembros, pese a todas sus diferencias, comparten un objetivo: detener la entrada en vigor del Tratado.