Hoy vamos a hablar de la locura, del despropósito de la locura, de la genialidad de la locura, de la insoportable levedad de nuestra mente y del delirio profético que irriga al que conoce las verdades profundas que se esconden en el abismo insondable de la locura. Vamos a hablar de dos poetas a los que su inteligencia y conocimiento del mundo les llevo por caminos de genialidad y de delirio, totalmente diferentes, que hoy vamos a desentrañar en esta edición muy, muy especial de nuestro programa, otra vez rodeados de multitud de ángeles, de amigos y amigas que han venido a apoyarnos en este nuevo programa abierto al público en la Sala Pla Roig de Barcelona, que vuelve a acogernos maravillosamente para este evento, en el que podemos acabar todos en lo más alto de una torre esperando la vuelta de los dioses. Hoy para la sección Poetical Resistance no solo nos escuchamos con nuestro poeta de cabecera si no que lo tendremos aquí al lado nuestro, porque ha venido desde Londres para hacer este programa junto con otros grandes colaboradores ya conocidos por vosotros como son Manel Pérez Subirana y Aníbal Martínez, y con el que acabaremos la fiesta con un concierto de sus canciones para todos los que están aquí y para los que estáis allí, al otro lado escuchándonos. Hoy vamos a contaros uno de los episodios históricos más surrealistas que se recuerdan y que está protagonizado, sorprendentemente por un gran poeta. Vamos a contar la historia de como un poeta, encabezando un ejército irregular toma la ciudad de Fiume al poco tiempo de acabar la primera guerra mundial para convertirla en una ciudad estado con una ley y desorden propios, gobernada por el poeta Gabrille D’Annunzio, un poeta que entre otras muchas cosas, inspiraría la creación del fascismo. También os vamos a contar la historia de uno de los poetas más importantes de la historia, el alemán Friedrich Holderlin, que después de entender que el hombre moderno se adentraba en la tragedia de vivir en un mundo inhabitable tras la desaparición de los dioses tras los cambios propiciados por la Ilustración, pasó por un psiquiátrico y acabó encerrado en una torre de Tubinguen durante 37 años. Hoy nos adentramos, una vez más, en los abismos de la locura, y deberemos tener cuidado de que uno de sus tentáculos no nos acabe atrapando y sucumbamos, quien sabe, si a lo sublime que se esconde más allá de los delirios de mentes privilegiadas.