Hoy vamos a hablar de historia. De la historia de una infamia. Vamos a contar la cruel y heroica historia de los Nativos Norteamericanos. Vamos a rescatar todos esos silencios deliberados y omisiones interesadas de la historia oficial para contar el genocidio perpetrado por los recién creados Estados Unidos contra los indígenas que habitaban América del Norte y de la heroica resistencia india que perdura hasta nuestros días. Cómo ya descubrimos en los programas sobre la esclavitud y el Congo, el capitalismo y su relativa escala de valores se fue fraguando entre el comercio triangular de esclavos, la explotación colonialista y la Revolución Industrial, pero también fue tomando forma en esas parcelaciones de tierra que robaban a los indígenas norteamericanos, para especular y comerciar con la tierra, antes sagrada y ahora calcinada para mayor gloria de la privatización y los especuladores. No solo les arrebataron sus vidas, sus tierras y sus alimentos, si no, algo que está contemplado como una de las formas de genocidio más atroz, quitarles sus costumbres, su idioma, prácticas religiosas o la caza y la pesca ancestral como modo de supervivencia para crear una dependencia absoluta del estado colonizador. Apartados fuera de las zonas de interés y de actuación de los blancos hasta que alguien hacía un descubrimiento de un nuevo yacimiento de oro, y de nuevo eran obligados a desplazarse a otra nueva tierra, alejados cada vez más de los lugares en los que habían enterrado a sus ancestros. Todo esto acompañado de una cultura del entretenimiento y del arte que difundía los mitos fundacionales de la nación incipiente para desconectar la conciencia de sus patriotas y crear una escala de valores absolutamente infernal, en la que infligir daño a otros seres humanos estaba justificado para cumplir el destino manifiesto que su dios blanco les había otorgado, para crear una Nueva Jerusalén sin los molestos e inferiores pieles rojas. Valores como el individualismo, la competitividad, la acumulación de la riqueza a cargo de unos pocos al precio que sea, la elusión de la responsabilidad colectiva, la supremacía blanca sobre todas las razas; valores que se fueron fraguando a lo largo de 300 años de ocupación, ante la estupefacción de unos indios que no entendían absolutamente nada. Valores que perduran en nuestra sociedad hoy en día, acompañados, como siempre, del posmodernismo con sus grasientos tentáculos y donde cada día convivimos más alejados de nuestra verdadera esencia y absolutamente desconectados de nuestros semejantes de la actualidad y del pasado. Hoy volvemos a las grandes llanuras de los pueblos del bisonte, el sagrado tatanka, a los grandes ríos y sus pescadores del salmón, a los plantadores de maíz que llenaban un paisaje totalmente humanizado en absoluto equilibrio con la naturaleza. Hoy contamos la historia de una infamia, pero también de su heroica resistencia; desde sus grandes jefes como Tecumseh, Nube Roja, Caballo Loco, Toro Sentado o el apache chiricaua Gerónimo hasta los grandes movimientos políticos como el Red Power de los 70 y en la actualidad la recuperación por parte de activistas indios de la cocina, la pesca o la agricultura ancestral de sus pueblos hasta la reintroducción en algunas reservas del bisonte. Así que con el permiso de Manitu y de Wakantanka vamos a meternos en nuestro tipi para, alrededor de la hoguera, contar esta historia ocultada, mientras fumamos en nuestra pipa y nos envolvemos en nuestra piel de bisonte. Vamos a contar la historia indígena de los Estados Unidos.