Hoy vamos a hablar de poesía. Vamos a hablar de un poeta fascinante que surgió en la primera mitad del siglo XX y se convirtió en uno de esos poetas que vienen a inmolarse en una búsqueda que va más allá de los conceptos y de las palabras; que vienen para erigir una poesía que se convierta en un código secreto legado por un dios desconocido. Un poeta que murió demasiado joven, como Keats, Shelley o Lorca; demasiado joven para haber disfrutado lo suficiente, para haber atesorado tanta sabiduría, para sangrar tanta tristeza. Con tan solo 32 años se arrojó de un barco desapareciendo en el Golfo de México, ahogado como también murió ahogado Shelley. Todos ellos desaparecieron superados por la vida, demasiado mundana, demasiado terrible; buscando esa ficción suprema de la que hablaba el poeta Wallace Stevens donde poder resguardar su alma frente a la tormenta, a la vez que trataban de dejarnos un legado sublime para los que teníamos que vagar por este mundo, para recordarnos que existe lo inmarcesible, lo intemporal y lo eterno, y que, aunque ellos no pudieron, nosotros tal vez lo logremos. Hoy nuestra sección de Poetical Resistance de vuestro poeta Gabriel Moreno viene a tratar de desentrañar la vida y la obra de un poeta poco conocido pero que se encuentra a la altura de los más grandes, como diría nuestro gordo Buda, Harold Bloom, a la altura de Blake, Shelley o Whitman. Así que ya nos encontramos en nuestro apartamento en Brooklyn Heights, contemplando el puente que marca el paisaje como el monumento faraónico de un nuevo mundo que se erige como estandarte de una humanidad renovada. Vamos a reconstruir la identidad de América, vamos a repensar la negatividad de la Tierra Baldía de Elliot, vamos a emborracharnos y enamorarnos de los marineros más bellos, vamos a sumergirnos en el alma del poeta, Hart Crane.