Después de chulear la universidad, sin tener muy claro el camino pero con el deseo de huir de la violencia que atravesaba Colombia a finales de los noventas, Juan Felipe Robledo viajó a Londres, una ciudad que lo envolvió con su multiculturalidad y su intensa vida nocturna. Luego de unos años y con ganas de algo nuevo, decidió irse en calidad de voluntario para Malawi, un país al sureste de África, una experiencia que marcó un antes y un después en su historia; compartir la cotidianidad con la comunidad, experimentar otra forma de vivir y sentir la abundancia en medio de la carencia despertó en el una sensibilidad importante por la sabiduría ancestral, por la naturaleza y por la magia de la vida. Su estadía en África era temporal pero finalizó con la certeza de encontrar un nuevo sentido que lo acompañaría de vuelta a Colombia para conectarse con todo eso que siempre estuvo ahí pero que antes no veía.