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Jonas Salk, biólogo y doctor, trabajaba desde 1947 en los laboratorios de Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh en el desarrollo de una vacuna para la polio, una enfermedad que alcanzó la categoría de pandemia en la primera mitad del siglo pasado.
Salk, que parecía estar cerca de encontrar la solución definitiva, no llegaba a alcanzarla. Tras algunos resultados esperanzadores se vio obligado a aceptar que estaba bloqueado.
Unos días de retiro en la basílica de San Francisco de Asís, en Italia, lejos de su laboratorio, activaron su creatividad.
«La espiritualidad de la arquitectura allí fue tan inspiradora que fui capaz de hacer un pensamiento intuitivo mucho más allá de lo que había hecho en el pasado. Bajo la influencia de ese lugar histórico, intuitivamente diseñé la investigación que sentí que resultaría en una vacuna para la polio. Regresé a mi laboratorio en Pittsburgh para validar mis conceptos y encontré que eran correctos».
A su regreso, en colaboración con su amigo, el arquitecto Louis Kahn, trabajó en el diseño del Instituto Salk de Estudios Biomédicos en La Jolla (San Diego - California). La creación de este centro de investigación marcó un hito en la evolución de la arquitectura como herramienta vinculada al desarrollo de la creatividad.
La neurociencia aplicada a la arquitectura, también conocida como neuroarquitectura, se centra en el estudio de la influencia de los estímulos sensoriales procedentes del entorno construido en nuestro sistema nervioso y nuestro cerebro.
Con un enfoque objetivo y científico, esta disciplina aspira a explicar qué mecanismos neurológicos son los responsables de nuestras reacciones frente a los espacios construidos.
Hoy sabemos que nuestra percepción depende de nuestra fisionomía y de la interacción entre el cuerpo y el espacio.
Fred Gage, segundo presidente de la ANFA, la Academia de Neurociencia para la Arquitectura, lo dejó claro: “Al planificar los entornos en los que vivimos, el diseño de la arquitectura cambia nuestro cerebro y nuestro comportamiento."
Sus estudios de laboratorio le han llevado a la conclusión de que el entorno puede modular la función de los genes y, en última instancia, la estructura de nuestro cerebro.
Dotada de metodologías propias del ámbito científico, la neuroarquitectura aporta conocimientos para entender cómo el espacio arquitectónico influye en el comportamiento humano.
La artista rusa Masha Ru lleva más de 10 años coleccionando muestras de tierra comestible.
Su Museo de la Tierra Comestible, con sede en Ámsterdam pero con vocación itinerante, reúne más de 400 muestras de 34 países diferentes.
Sus catas de tierra han despertado el interés de gentes del mundo...
Published 04/21/23
El característico color rojo de los residuos mineros extraídos en la Gran Montaña de cobre de Falun, en Suecia, marcó a partir del siglo XVII la tonalidad de las pinturas aplicadas en las construcciones de madera en la región escandinava.
La pintura sueca, también conocida como pintura de...
Published 03/18/23