Mi cuerpo no paraba de desear el placer, se volvían tan insoportables las ganas de coger que terminaba masturbándome con mis almohadas, pero me daba un poco de miedo comenzar a meter mis dedos u algo más ...
En medio del bullicio, el "regalo especial" que mis amigas me habían preparado iba llegando a la discoteca: una deliciosa sorpresa de complexión atlética, muy alta, con una sonrisa que derretía.