Después de un año de terminar mi relación, decidí que ya era tiempo de darme la oportunidad de conocer a alguien, claramente no quería nada de compromisos más allá de un par de copas y una noche de sexo.
En medio del bullicio, el "regalo especial" que mis amigas me habían preparado iba llegando a la discoteca: una deliciosa sorpresa de complexión atlética, muy alta, con una sonrisa que derretía.