Recuerdo que los domingos solía hacer uno de los platos favoritos de Ángel para el almuerzo, siempre se lo preparaba con el mayor amor del mundo y en especial porque siempre tenía una recompensa
En medio del bullicio, el "regalo especial" que mis amigas me habían preparado iba llegando a la discoteca: una deliciosa sorpresa de complexión atlética, muy alta, con una sonrisa que derretía.