Empezamos al año y de qué manera, directos al corazón, al menos al de las personas sensibles, vista la temática que hemos elegido para el comienzo de 2024: el Holocausto.
Coincidiendo con el mes de enero en el que se conmemora un nuevo aniversario de la liberación de los campos de concentración y exterminio nazis, con la ayuda de nuestra tertuliana habitual de cine, la abogada Sofía González Lahera, viajamos en el tiempo para recordar lo que sin duda constituye el periodo más nefasto de la historia de la humanidad, coincidente con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en el que perecieron cincuenta millones de civiles, de los que fueron asesinados seis millones de judíos.
Describimos lo que implicaba ser hebreo en aquella Alemania nazi de los años treinta del pasado siglo XX, tras la llegada de Adolf Hitler a un poder en el que prevalecería su doctrina racista y xenófoba que tenía a los judíos como chivos expiatorios de todos los males germanos pasados y presentes.
Considerados subhumanos, irían progresivamente perdiendo todas sus libertades y derechos civiles, con la entrada en vigor de una aberrante legislación antisemita, hasta que la violencia verbal y la represión alentadas desde la jerarquía nazi, que ya estaba cuajando entre la ciudadanía alemana, derivó en noviembre de 1938 en la infausta “noche de los cristales rotos”, triste preludio del horror que supuso para la población civil judía el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Y ya con casi toda Europa dominada por los nazis, durante el prolongado y a la postre fallido intento de invasión de la Unión Soviética se llevó a la práctica un programa de exterminio bautizado como la “solución final a la cuestión judía” que se hizo extensiva a otros núcleos minoritarios de población, indignos para la causa aria.
La idea, tan simple como diabólica, consistía en hacinar a la población judía en barrios o guetos para vivir de forma mísera, como paso previo a ser destinados como esclavos para dejar su vida trabajando para el Tercer Reich en arduas labores o ser ejecutados si no se era apto para ello.
Y visto que los sanguinarios escuadrones de la muerte, que ejecutaron a cientos de miles de inocentes, ya empezaban a suponer una lastre psicológico demasiado pesado para sus integrantes, se optó por un método de muerte más aséptico y efectivo: el gas letal.
Recordamos con Sofía los agónicos viajes en tren hacia lo que era un incierto destino para quienes se habían visto despojados de sus casas y enseres y que pronto también se verían privados de las pocas pertenencias que llevaban en sus maletas y de lo más preciado para cualquier persona, su humanidad y su vida.
Y ya en los campos de concentración y exterminio, de los que fue paradigma el inmenso complejo de Auschwitz, solo quienes se sentían más fuertes, física y psicológicamente, pudieron sobrevivir a las atrocidades impuestas por auténticos desalmados y criminales como Rufolf Höss o Josef Mengele, entre muchos otros nazis de las temibles Waffen-SS.
En este episodio escuchamos música de Pixabay y Mixkit.
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