(Entrevista de Manuel Sollo). Un trágico giro del destino quebrará para siempre la vida de dos jóvenes. Un día de 1977, Juan, de 18 años, y Rosa, de 17, viajan de Plasencia a Portugal, donde ella va a abortar clandestinamente. Pero sufren un accidente en el que él muere y ella vive. La chica decide entonces tener al hijo que esperaban. Madre soltera, repudiada por su familia, decide huir de aquella pequeña ciudad de provincias y desaparece. Así comienza la nueva novela de Ignacio Martínez de Pisón, “Fin de temporada” (Seix Barral). El relato salta a los años noventa en una elipsis que marca los profundos cambios de la España democrática. Para entonces, y después de cambiar varias veces de residencia, Rosa y su vástago Iván regentan un camping en la Costa Dorada, en Tarragona, junto a Mabel, otra mujer en íntima reconstrucción. Ella se ha esmerado en que su hijo no sepa nada del pasado bajo un manto protector que deriva en un control tóxico y dependiente. Pero el joven ya es mayor de edad y el azar y la curiosidad le llevarán a preguntarse por aquel padre que no conoció y a descubrir a aquellas familias cuya existencia ignoraba. Mentiras, secretos, dolor, odio, reaparecen como pecios de ese pasado que se resiste al olvido. Igual que el drama de los exiliados españoles en Francia, motivo de una breve subtrama de esta obra.