En el episodio anterior nos habíamos ido a dormir al parque nacional del desierto de Mini Gobi y tras cenar sobre las dunas de arena y contemplar el ocaso, nos se despertamos en una yurta rodeados de caballos y camellos. Tras desayunar nos se adentramos en el páramo por pistas de arena para conocer el mágico interior de este desierto. Luego tommos la carretera asfaltada que va a la capital de Mongolia pero pronto se convirtió en un infierno de polvo, piedras y tráfico pesado. Como dice el dicho, hasta el rabo todo es toro y aun tendremos que sufrir en la última jornada de viaje para alcanzar Ulan Bator, la capital de Mongolia, que nos recibe con un calor insoportable, densos atascos y la estatua de un Marco Polo con rasgos orientales.