Un alma en Cristo https://unalmaencristo.my.canva.site/redessociales 🎧 Audio 38 📕 Libro II Un alma en Cristo 26 de septiembre de 1989 𝕌𝕟 𝕒𝕔𝕔𝕚𝕕𝕖𝕟𝕥𝕖 En oración en mi habitación. Le decía al Señor que él tendría verdaderos motivos para haber permitido que pasáramos tan mal rato el domingo, día de la Virgen de la Merced. Íbamos a Lourdes y en Figueres tuvimos un accidente. Creo que se rompió una rueda y dimos una vuelta de campana. Todas salimos ilesas menos M, que se ha roto la clavícula, cuatro costillas y ha tenido un derrame pulmonar. Esto pasó a los cinco minutos de subir yo al coche. Iba a ochenta kilómetros por hora cuando sucedió. No se puede describir el sufrimiento moral del que se cree culpable del dolor ajeno. Yo no quería salir del coche, quería morirme por el miedo de que alguna amiga mía hubiera muerto. Hoy, hija mía, Yo, el Todopoderoso, el Dios de cielo y tierra, te hablo como ya he hablado a tantos hijos míos. Tú, pobre pequeña, no entiendes cómo Yo pude permitirlo, siendo así que orasteis tanto e ibais a ver a María con el alma llena de gozo, y más siendo un día de la Virgen ¿Cómo he podido permitirlo? Y Yo os digo: hijas mías, no sólo lo permití, sino que fue mi Divina Voluntad. Me explicaré: cuando un alma se entrega y dice: «Sí, Padre», yo la utilizo para mis fines. Con vuestro sufrimiento gano almas que se perderían irremediablemente. Mirad a mi Hijo en la Cruz. El vino a salvar al mundo entero; vosotros a salvar unos cuantos. Deberíais estar contentas y darme las gracias pues os igualo a mi divino Hijo. Él es el Redentor del mundo; vosotras ayudáis a la redención. Además, vuestras almas, a través del sufrimiento, ganarán en gracia, en acercamiento hacia Mí, pues no hay nada que acerque más al hombre a Dios como el sufrimiento aceptado y ofrecido al Padre con amor, sin reproches. Es decir: «Tú sólo sabes lo que haces, heme aquí, Padre, para que en mí se haga tu Divina Voluntad». No obstante, Yo estaba allí con vosotras. Os cuidaba y todo sucedió según mi Voluntad. Os hice notar mi ausencia, cuando de hecho estaba entre vosotros. Os hice creer que os di la espalda, cuando en realidad os estaba abrazando y di a cada una el sufrimiento necesario, adecuado a cada alma. A ti, la responsabilidad de la culpa; a M, el dolor corporal; a N, dolor del alma y desamparo; a O, soledad. Todo, todo para el bien de vuestros hermanos y el bien propio. Habéis ganado mucho ante mis ojos, pues no han salido reproches de vuestros labios y Yo, vuestro Dios, os daré el mil por uno. Pero no os ahorraré vuestras pruebas, que debéis pasar siempre con los ojos puestos en la Santísima Trinidad. No dudes de que os amo, de que estáis en mi presencia. Grupo María Auxiliadora (1989). Un alma en Cristo Libro II