Un alma en Cristo https://unalmaencristo.my.canva.site/redessociales 🎧 Audio 34 📕 Libro II Un alma en Cristo 18 de junio de 1989 𝔻𝕖𝕓𝕖𝕞𝕠𝕤 𝕥𝕣𝕒𝕓𝕒𝕛𝕒𝕣 𝕡𝕠𝕣 𝕖𝕝 ℝ𝕖𝕚𝕟𝕠 𝕕𝕖 𝔻𝕚𝕠𝕤 Son las 5:20 de la tarde y estoy en oración en mi habitación. Me siento en paz. En mi alma hay una alegría intensa. Contemplo el rostro de Jesús, que me mira desde el cuadro con tanto amor. ¡Qué bien estoy! Sin prisas; esta es la vida que me gustaría tener: dedicarme a contemplar su divino rostro, cantarle, alegrar su Corazón ¡sería tan hermoso! Pero se ve que no es ese mi camino y, como siempre, le digo: «Hágase tu Voluntad». ¡Cuánto alegras, amor mío, a mi divino corazón! Como tú, ¡cuán feliz me siento junto a ti, estando fundidos en el amor del Padre! Pero a ti te digo, como dije a Pedro, cuando en la montaña, después de contemplar mi transfiguración, quería hacer tres chozas para quedarse a vivir allí: no, hija mía, tenemos que bajar de la montaña; tenemos que hacer cada uno la labor que ha venido a hacer; tenemos que hacer la Voluntad del Padre; no debemos buscar nuestra complacencia, sino trabajar duro por el Reino de Dios: hacer que nuestros hermanos conozcan la luz y la gracia del Altísimo. Quiero almas obreras que salgan a mi viña para trabajar. Hay mucho qué hacer y pocos obreros: no hay tiempo que perder. Debemos cantar por los caminos, orar por los senderos como el que va a una gran batalla, llevando la bandera del Señor y, como ejército celestial, ir al encuentro del enemigo. Pero no debéis olvidar que, por el camino, iréis agrandando vuestras filas, llamando y admitiendo a todos los que encontréis. Estarse quieto, en oración contemplativa, ¡es tan hermoso, hija mía! ¡Es tan dulce a vuestros corazones y al mío! Pero he aquí quetú estás llamada a la lucha. Tu vida debe ser oración constante: en el trabajo, en la calle, en casa y en todo lugar. Tu oración ha de ser tu vida de trabajo y de total entrega. Cuando puedas, como ahora, disfruta de nuestro mutuo amor, llenos nuestros corazones de la presencia del otro, y sigue diciendo: «Hágase por siempre tu Divina Voluntad». Relájate en la dulzura de mi amor. Bajo la mirada de tu Dios, debes ir trabajando como una hormiguita. Como ella debes arrastrar tu carga. ¡Verdad que siempre su carga es mayor que su cuerpo y que ella la arrastra hacia el agujero! Tú haz lo mismo: tira de tu carga con los ojos fijos en tu Dios. Por grande que ésta sea, podrás con ella. Tú pon la voluntad de llevarla. Yo la llevaré contigo y trabajaremos juntos por el resto de tus días.Poco a poco dirás: Padre ¿cuándo iremos juntos a tus moradas, donde el amor de un Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos espera para darle gloria y vivir en su presencia eternamente? Grupo María Auxiliadora (1989). Un alma en Cristo Libro II