El Apocalipsis nos anuncia que esas fuerzas oscuras de Babilonia que ahora se concretan en los grandes centros de poder no tendrán la última palabra: no van a vencer porque la victoria es de nuestro Dios.
Somos los hijos de la Pascua, somos los hijos de las victorias de Moisés en el Éxodo y de Jesús en la Cruz que han destruido el poder del demonio y que hacen posible la vida de Dios en nosotros.