Chäim Perelman plantea que así como nos movemos en el mundo y a diario, considerando que cada cosa tiene ciertas características o se comporta de cierta manera, lo mismo a nivel humano, por cuanto, sobre la base de lo que sabemos de alguien, esperamos de él o ella que actúe de cierta forma.

Este es un matrimonio mal avenido, en general, y a veces por largos periodos de tiempo, y cuando hay una revoluución, como la de Julio de 1830 en París, se produce una ruptura entre sociedad y estado. El poeta Heinrich Heine se encuentra en esos momentos en Hellgoland, y desde allá manifiesta su adhesión.

Nuestro compatriota se encuentra justo en París, cuando ocurre la revolución de Julio de 1830, que trae como consecuencia la asunción al trono francés de Luis Felipe de Orleans, y paseándose por las calles con José Joaquín Pérez, futuro Presidente de Chile, le toca ver el abrazo de Luis Felipe con Lafayette.

Eugen Fink hace una importante distinción entre Estado y comunidad, en el sentido de que el primero que es creación humana, y se puede justificar incluso sobre la base de un supuesto "contrato social, en cambio las comunidades son silvestres y naturales, y lo que es muy sugestivo es que su lazo de unión es Eros.

Spinoza en su obra Ética demonstrata more geometrico plantea que nosotros los humanos nos acostumbramos a ver que cada cosa cumple ciertas finalidades, y en función de ello se valoró esto y lo otro, pero olvidando al mismo tiempo que fuimos nosotros los que dejamos atadas las cosas a esas valoraciones.

Cuando nos sumergimos en el pensamiento aristotélico sobre la amistad (la Filía), advertimos que la impronta de ser amado se presenta más fuertemente que en Eros, el amor, donde sobre todo prevalece el amar. Pero, está claro, la amistad exige reciprocidad: que si somos amados, que amemos a la vez.

Simetría ésta que detecta Aristóteles, en todo caso, en conformidad con una larga tradición: por ejemplo, el padre es como el rey y tiene que velar por sus súbditos; y de acuerdo también con esta visión tradicional, entre marido y esposa el gobierno es aristocrático, suponiendo que el primero sienta las normas.

Qué extraordinario cómo en el niño se verifican varios de los principales caracteres del juego, por de pronto el jugar por jugar, vale decir, el sin-porqué, rasgo esencial que permite acceder a un tiempo libre; se agrega a ello el transitar como un fluido de un mundo real a un mundo ficticio. Y todo esto según Fink.

Si algo nos ha enseñado el cristianismo, y más precisamente el propio Cristo, aunque sea en términos ideales, es a amarnos unos a otros, como el fundamento de toda relación humana, y ello apunta al mismo tiempo a una decisiva afirmación del otro, aunque sea muy desemejante a mí.

Está claro que si no hay semejanza de fondo entre personas o grupos, no se afianzan las relaciones humanas, pero cuidado, cuando el principio de la semejanza se impone a tal punto, que excluye la desemejanza, terminamos en una situación en la que sólo los religiosa, racial y políticamente iguales se unen.

No obstante haber poderosos argumentos en favor de la actitud activa, como su apego al mundo concreto en el que se hacen transformaciones, y teniendo en cuenta de que la actitud contemplativa suele ser un refugio, no podemos olvidar que la acción, sin el control de la contemplación, suele ser depredadora.

Distinción ésta sobre todo menesterosa de ser atendida hoy más que nunca: de un lado, con la actitud activa, experimentamos el objeto, fenómeno o situación que enfrentamos, ejerciendo ésta resistencia, y suscitando en nosotros transformarla, y del otro lado, con la actitud contemplativa, "dejamos ser" aquello.

El dios Pan, sátiro que habita en una gruta del monte Parnaso y que suele estar agazapado por ahí, para lanzarse sobre una ninfa. Es también el demonium meridianum, porque se manifiesta al mediodía, hora que alude a una total visibilidad: 'Pan' significa precisamente 'todo'. ¿Y qué tiene que ver con nosotros?

El ser humano, este ente único, peculiar e inquietante, es un ser que, por su naturaleza escindida entre cuerpo y alma, y demás, está siempre desgarrado, teniéndoselas que ver con mantener en relativa armonía placer y bien, instinto y razón. deseo y virtud, no pudiendo jamás superar su condición centáurica.

Ya en la Teogonía de Hesiodo Eros y Eris, amor y odio, concordia y discordia se presentan como deidades arquetítipas y originarias que, podemos suponer también reaparecen en Empédocles, y un par de milenios más tarde en Eugen Fink, con el alcance, en lo que atañe a Eros, de ser fundamento de la comunidad. 

Qué notable que el juego nos muestre con soberana claridad de que la satisfacción de nuestras necesidades y cumplimiento de finalidades tiene que estar al servicio de una sin-finalidad, que es la de simplemente no sólo jugar, sino amar, crear, bailar, creer, todo lo cual es espontáneo y sin-finalidad. 

Para Platón aquellos que no sacian sus pasiones pueden llegar a ser a lo más los "gendarmes de su propia cárcel", y tengamos en cuenta de que él concibe al cuerpo, entre otros, como cárcel, como también como sombra, vehículo, y lo más impresionante: incluso tumba. Y el mejor consejero es por cierto la razón.

Se trata de las almas, nótese, "antes" de nacer en un cuerpo, y que están ordenadas en una jerarquía, en la que se hace valer como más elevado valor la sabiduria. La jeraquía es: filósofo - rey - funcionario de Estado y comerciante - gimnasta - adivino - poeta - artesano y campesino - sofista, y finalmente - tirano.

Con Platón cabe decir que ante todo eres alma, y ella está llamada a gobernarte, haciendo de tí una obra, similar en esto al escultor. Y ella ha de preocuparse de que aquella obra sea lo más perfecta posible. De este modo, se puede entender el papel secundario que le cabe al cuerpo, concebido como sombra.

Intereesante la comparación que hace el propio Platón de la idea con el amigo, en el sentido de que cuando lo veo nuevamente, lo reconozco, porque ya tengo una imagen previa de él (en rigor un recuerdo). Similar ocurre con el mundo de las ideas, cuando reconozco simplemente que tal rosa es rosa.

Es patente que en Platón se replantean varios pensamientos orientales, partiendo por la introspección, el buscar la verdad en tí mismo, porque no está en otro lugar, para lo cual tienes que alcanzar aquella parte eterna, permanente de tu alma, y que está en un perpetuo estado de reposo, similar en ello a la meditación.

Con Platón no se trata únicamente de que haya la trascendencia del mundo de las ideas, sino de que al elevarnos a ese mundo, siendo Eros, el amor, el que nos eleva, y más particularmente eleva a la razón. Cumplido esto, y alcanzando la idea más elevada del bien, esa idea nos transofrma, y nos hace buenos.

Fink plantea que, por el lado del sujeto, el juego transcurre en otra dimensión espacio-temporal, y que, por el lado del objeto, el juguete, también. El juguete es como-sí fuera auto, casa, escoba, león, rey o esclavo. Vistas las cosas así, ingresar en la habitación de un niño equivale a ingresar a otro mundo. 

Fink nos hace ver cómo el ser humano está empeñado en alcanzar la felicidad, a la que Aristóteles consideraba como última finalidad de la existencia humana. ¿Pero acaso no sucede en general que vivimos simplemente del sacrificio de cada momento para alcanzarla? ¿Qué hay entonces con el juego?