El 23 de mayo de 1901, el fiscal del tribunal de apelación de Poitiers recibió una carta en la que se le decía que una joven llevaba cautiva en una habitación de la mansión de su familia mas de 25 años. “Estimado Fiscal General Cuando los gendarmes se presentaron allí, notaron que un penetrante olor emanaba de una de las habitaciones del segundo piso. Al abrir la puerta, cerrada con candados y llaves, se encontraron con una escena aterradora y repugnante: una mujer desnuda y esquelética, más semejante a una criatura momificada que a un ser humano, yacía en completa oscuridad sobre un colchón sucio rodeado de excrementos, cucarachas y otros insectos. Su larga cabellera, que pesaba dos kilos y medio y llevaba años sin peinar, cubría su cuerpo demacrado. Su peso era de apenas 25 kilogramos. La joven en cuestión se llamaba Blanche Monnier.