Ámbitos sanadores - Lazos Paternos - camino de sanación - capitulo 22 audiolibro
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Así como Jesús tocó a la suegra de Pedro y ella recibió una efusión del amor sanador de Dios, también nosotros debemos entregar nuestros corazones, nuestras manos y nuestra piel a Jesús, para que de este modo Él pueda tocarnos, bendecirnos y sanarnos. Cuando nos abrimos para que Dios sane al niño interior, debemos tener en cuenta que estamos trayendo a su presencia nuestra memoria con toda su complejidad, 118 que ella es el “espacio” en el cual guardamos registros de nuestra historia, y que esos recuerdos no siempre son objetivos y reales, sino que con frecuencia los recordamos de manera distorsionada. Normalmente pensamos que la memoria “reside” en el cerebro; sin embargo, está inscrita en todo nuestro ser, ya que tiene lo que podríamos llamar ciertos niveles que parten de los sentidos más comunes7 . Por eso podemos hablar de memoria visual, auditiva, olfativa, gustativa y táctil; pero, en mi opinión, la memoria que más nos ha alimentado o condicionado es la memoria afectiva. Cuando Dios realiza un proceso de sanación del niño interior, es posible que nos encontremos con que más de un nivel de la memoria han sido heridos, y la duración del proceso de sanación dependerá de la cantidad de niveles afectados y de la profundidad de las heridas o carencias. Por eso son fundamentales la fidelidad y la perseverancia en la oración, en la comunidad, en el acompañamiento espiritual y, en algunos casos, en la ayuda psicológica, pues muy probablemente se presentará la tentación de descuidar alguno de estos aspectos y se “encontrarán” razones para hacerlo, se “racionalizará” la excusa para no seguir adelante. 7 Este aspecto lo he explicado en mi libro Dios quiere sanar las etapas de tu vida, op. cit. 119 Entrar en un proceso de sanación interior es entrar en la pedagogía de Dios, y cada comunidad cristiana está llamada a desarrollar esa pedagogía. En un mundo con tantas crisis familiares y con tantos errores morales que surgen de las carencias afectivas de los primeros años de vida, no deberíamos mirar la sanación divina como algo fuera de lo ordinario o como un servicio reservado sólo a algunos pocos agentes pastorales, sino que debemos comprender que para nosotros mismos y para los demás es un camino necesario en la profundización de la conversión. Por eso, hoy en día no debería ser un tema extraño y desconocido para ningún cristiano. Como suelo repetir: “Sanidad y santidad son dos palabras muy parecidas”; esto ha de significar algo. En su pedagogía para su pueblo elegido —formado por laicos(as), religiosos(as), sacerdotes y obispos—, Dios nos invita a dejarnos sanar por su misericordia, para que también nuestras comunidades sean espacio de sanación y de restauración para las ovejas pérdidas y heridas; para que de este modo nuestras parroquias brinden las aguas cristalinas de la armonía y la comprensión y los pastos verdes que nos nutran; para que aprendamos a aceptar y a amar a los demás tal como son. Dios quiere que en comunidad aprendamos a descubrir que cada uno de nosotros es su obra maestra, una obra que es trabajada por el poder del Espíritu día tras día con una delicadeza exquisita y un amor para nada invasivo. En el proceso de sanación a través de la pedagogía divina deben intervenir tres agentes: 120 1. Dios, que por su amor y su fidelidad ya está comprometido. 2. Los integrantes de las comunidades, que deben comprometerse —especialmente las cabezas, pero también los recién llegados—. 3. Aquellos que nos reconocemos necesitados de sanación, de modo que nuestro trabajo personal es fundamental.
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Introducción Q 13 uerido amigo(a), la relación que hayas tenido en el pasado con tu papá ha ejercido a lo largo de toda tu vida —y puede seguir haciéndolo aún hoy— una influencia positiva o negativa, incluso mucho más de lo que te das cuenta. El impacto que ejerció tu padre sobre tu vida se...
Published 01/05/22
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