Los siguientes testimonios, para la gloria de Dios, son de Tadeo Borillo y María Inés Brügge. Confirmados por todas las personas y los familiares que se detallan al final del mismo. Autorizamos al P. Gustavo Jamut y al equipo de intercesión a publicar, comentar o difundir el mismo, para la gloria de Dios. Mi sexo fue programado por mi padre, usando un método que le fue entregado (le envío fotocopia del calendarios que Ud. vio en el retiro de “Sanación desde el vientre materno”). Por medio del retiro, el Señor Jesús me reveló, el primer día, el instante de mi concepción: fue con mucho amor y expectativa por el resultado. Al segundo día del retiro, por la mañana, el Señor Jesús me reveló una conversación entre mis padres. Estando yo en el vientre de mi madre, mi papá le dice a mi madre: “Me están robando”. Mi padre tenía un negocio de ramos generales en una ciudad de las sierras de Córdoba. Mi padre había puesto a su cuñado (mi tío) como socio. Este, con sus hermanos y su padre, le robaban herramientas y alimentos a mi padre. El negocio se fundió y, 136 hasta el día de hoy, ese rencor ha subsistido en mi familia, pero como algo no manifiesto, sino tapado y oculto. Siendo yo adolescente, un día le robé a ese tío una escopeta. Después de unos años, se lo confesé, le hice un regalo de mayor valor que lo robado y me sentí perdonado. Por la noche del segundo día del retiro, Jesús me reveló el instante de mi nacimiento. Fue una alegría tremenda, sobre todo para mi papá, ya que el método había dado resultado: yo era varón. Puedo describir la habitación, el color de la puerta, etc., y mis dos hermanas esperando que llegara la cigüeña. Pero el Señor me mostraba que siempre, el mismo mes después de la gestación, sentía presión, impulsos de irme, de huir. Lo hice por primera vez a los dieciséis años y, ya casado, me fui cuatro veces, siempre en la misma fecha. Cuando cursaba el secundario, no podía continuar más allá de este primer mes de gestación, esto se repitió cuatro veces. Siempre me resistí a todo lo formal y programado. He sido obsesivo con las pertenencias y comprador compulsivo. El domingo, último día del retiro, en el momento de la consagración, el Señor Jesús me dijo: “Por entregarme el corazón, rompo las cadenas que te hacen huir”. Aclaro que en mi última huida, había traicionado a Jesús y a mi familia. Decidí en aquel momento entregarle mi vida a Jesús. Desde ese instante, siento que cataratas de bendiciones inundan mi vida y mi hogar. 137 138 Este fue el comienzo maravilloso de vivir con Jesús y para Jesús. Hasta abrazo con el amor de Jesús a los que se manifiestan como enemigos. Esta es una parte de mi testimonio que me ha sido revelada por el Señor Jesús. Son testigos mi esposa, mis cinco hijos, mis tres yernos, mi madre, mis hermanas, mi tío y mis amigos de la juventud, que testifican de mi comportamiento…