Al observar los desórdenes que se dan en diversos ámbitos de la sociedad, en muchas de las relaciones interpersonales, podemos hacernos una idea de las consecuencias de reprimir las emociones y de no trabajarlas en sus orígenes más profundos. Con ellas sucede como con el agua termal que puja por salir por un hueco, o como el magma de un volcán, que hace erupción y expulsa de mane- 177 ra violenta la lava ardiente y las rocas que tenía acumuladas en su interior. El géiser11 también me parece una imagen que nos puede ayudar a comprender lo que sucede cuando las emociones son reprimidas y no reguladas sabiamente. En ambos casos, las erupciones pueden ser más o menos espectaculares, más o menos impredecibles. Aprender a canalizar sabiamente las emociones. Así pues, hay familias cuyos integrantes son como géiseres o volcanes, donde puede haber erupciones emocionales en cualquier momento, con explosiones que asustan y lastiman a quienes están cerca. Hay hijos que sufren a causa de las explosiones emocionales de los padres; asimismo hay padres que no saben cómo manejar las explosiones emocionales y los caprichos de sus hijos (y luego de sus nietos, o sobrinos) 11 Un géiser (del islandés Geysir, nombre de una terma en Haukadalur, Islandia; del verbo geysa, “emanar”) es un tipo especial de fuente termal que por presión emite periódicamente una columna de agua caliente y vapor al aire. 178 sin involucrarse emocionalmente. Los adultos, al no saber cómo sobrellevar esos estallidos infantiles, se sienten frustrados. Cada familia, cada uno de sus integrantes (y lo mismo cada persona en el contexto de su ambiente laboral, de amigos o de comunidad), debe tener un plan para gestionar sus emociones a fin de que no hagan erupción, ni se desborden. Hay personas que tienden a huir ante las erupciones emocionales —propias o de quienes las rodean—, entonces se alejan de parientes, amigos o compañeros de comunidad, pensando que apartarse es la mejor solución; pero en realidad con esto no logran superar su propio caos interior, pues no llegan a descubrir el magma profundo que los desestabiliza y les hace perder el “control”, control que nunca terminan de entregar a Dios, pues quieren manejarlo todo a su manera. Pienso que en estas situaciones podría estar escondida una gran soberbia, unida a miedos y situaciones no resueltas. Un signo de madurez en la persona es la capacidad de manejar y comunicar de manera saludable sus emociones, sin huir ante las crisis propias o ajenas, sino haciéndoles frente con la ayuda de las emociones positivas que brotan de la serena reflexión, de la oración, de la generosidad y de la gracia de Dios. Cuando tomes conciencia de que algo de lo que hasta ahora he escrito te pasa a ti, entonces póstrate espiritualmente y con humildad ante la presencia del Señor. Pídele que te revele tu nada y siente cómo eres abraza- 179 do por su misericordia, la cual sana el origen de toda herida que provoca erupciones emocionales. Dios cumpla su promesa, y hoy te dice también a ti: “Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz” (Nm 6, 15-26).