Hábitos emocionales - Lazos Paternos - camino de sanación - capitulo 34 audiolibro
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Tanto nuestro padre como nuestra madre
nos han transmitido diferentes modelos emocionales —algunos saludables y otros
dañinos— que por la repetición automática han quedado grabados en nosotros a un nivel inconsciente. Los hábitos pueden ser entendidos como acciones aprendidas de manera inconsciente y repetitiva, como
ir al baño o montar bicicleta.
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Aunque nuestros hábitos emocionales aprendidos de
niños pueden haber cumplido una función en su momento, si perduran en las etapas siguientes de la vida
pueden impedir nuestra maduración afectiva y nuestra
realización plena.
Por ejemplo, si de niños no escuchamos a papá manifestar sus sentimientos y expresarlos con naturalidad,
entonces es posible que nosotros tampoco desarrollemos la capacidad de estar en contacto con nuestras emociones y menos aún que despleguemos la capacidad de
percibir lo que sienten los demás. También es posible
que ante la desvalorización del nivel afectivo, se desarrolle el hábito de ignorar los sentimientos, en la medida
en que se asume que estos no son importantes. Esta valoración negativa de los sentimientos y este hábito de ignorar o reprimir las emociones pueden hacer que una
persona se vuelva fría o, por el contrario, hipersensible,
lo cual tampoco es saludable.
Otro de los malos hábitos que con frecuencia encuentro en mi tarea pastoral se da en quienes crecieron en
una familia en la que se hablaba a los gritos, había vinolencia y golpes, o siempre se buscaba un culpable. En consecuencia, con el paso de los años, al llegar la vida adulta se ha desarrollado la costumbre de gritar, dar golpes
o aislarse para no llamar la atención y como un modo
de protegerse a sí mismo.
La oración debería ser el tamiz purificador a través del cual
hacemos pasar nuestros sentimientos y cualquier forma de presión emocional negativa (enojo, tristeza, frustración) y los malos
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hábitos (predisposición a herir a los demás, buscar culpables, no
hacernos responsables de lo propio, etc.).
Como los hábitos emocionales son difíciles de cambiar con la sola fuerza de voluntad, pues viven en nuestra mente a un nivel inconsciente y suelen dispararse sin
pensar, de manera automática, entonces necesitamos hacer un tratamiento espiritual pidiendo cada día la gracia de Dios. Esta irá remodelando nuestra personalidad
y nos permitirá vernos a nosotros mismos y ver a los demás y la realidad cotidiana con mayor objetividad.
A través de la oración del corazón, el Espíritu Santo
nos reeduca de adentro hacia afuera y nos enseña a lidiar con la energía emocional y con las conductas que
deben ser transformadas en nuevos comportamientos
saludables, para nosotros mismos y para los demás. Entonces podremos proclamar junto a Jesús: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber escondido estas cosas a los sabios y habérselas revelado a
los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien”
(Mt 11, 25-26).
Introducción
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uerido amigo(a), la relación que hayas tenido en el pasado con tu papá ha ejercido a lo largo de toda tu vida —y puede seguir haciéndolo aún hoy— una influencia
positiva o negativa, incluso mucho más de lo que te das
cuenta.
El impacto que ejerció tu padre sobre tu vida se...
Published 01/05/22
Objetivo
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Estos libros tienen una triple direccionalidad. Por una parte, apuntan hacia el pasado, no para juzgar, criticar o condenar,
sino para sanar en el presente las heridas
de antaño. También apuntan al presente, pues son una
herramienta formativa y preventiva para los progenitores...
Published 01/05/22