Elemento a tener en cuenta es que a muchos niños el paso de la calidez y de la seguridad íntima del hogar al ambiente grande, bullicioso y altamente poblado de un instituto escolar les genera una sensación de temor e inseguridad que debe ser compensada y equilibrada por el apoyo y el respaldo de los padres. 218 Es fundamental la manera en que nuestros padres nos prepararon para hacer el paso de la casa a la escuelas. En este sentido, nuestros padres fijaron las bases de nuestro éxito en la integración que luego tendríamos en la escuela, sobre todo si fomentaron una actitud positiva y lúdica con respecto a la función de la escuela. En la incertidumbre que a un niño le produce un cambio tan radical como es el inicio del jardín, de la primaria, un cambio de escuela, o el inicio de la secundaria en el caso del preadolescente, el afecto de sus padres es una fuente para adquirir y fortalecer la autoestima y la seguridad que necesita para crecer con serenidad y alcanzar su autonomía personal. Brindar este apoyo y seguridad no significa ser excesivamente complaciente con el niño, ni sobreprotegerlo. El niño puede sentirse amado incluso cuando se le ponen límites y se le corrige cuando es necesario. Si la corrección es firme, pero es hecha desde el amor, el niño notará que esto se hace por su bien. En esta etapa los maestros tienen una gran influencia en el desarrollo de la capacidad de adaptación de los niños; además, ayudarán a que se sientan capaces y exitosos.