En este capítulo te invito a reflexionar y a orar acerca de las vivencias que tuviste durante la etapa escolar de la primaria y la secundaria. En él tocaremos, al menos periféricamente, un tema que es no sólo de hoy, sino que es de todos los tiempos: el acoso escolar, también llamado bullying. 234 El bullying, como se lo conoce en la actualidad, es un anglicismo que refiere al acoso escolar y a toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico que se produce entré estudiantes, de forma reiterada y a lo largo del tiempo, y que deja secuelas en el corazón del niño interior de quien lo ha padecido en algún momento. Se trata de un tipo particular de violencia, donde se establece una relación de poder desigual entre compañeros. Se presenta en los colegios, entre niños o adolescentes que están obligados a compartir los mismos ambientes comunes (salas de clase, baños, clubs, etc.) y donde la interacción consiste en que un niño o adolescente se transforma en víctima, mientras que hay otro que tiene más poder y que se convierte en victimario a través de diversas formas de agresión. Hay estructuras escolares que envuelven y potencian este tipo de situaciones, pues a veces participa todo el grupo o al menos varios de sus integrantes; de modo que no sólo están el agresor y la víctima, sino que también hay un segundo agresor (o incluso más), que ayuda al agresor principal, y aquellos que incitan la situación y la aprueban de distintas maneras. A veces, la víctima tiene uno o más aliados, quienes de un modo u otro también se transforman en víctimas. Además, hay una serie de testigos, quienes por miedo al agresor principal miran para otro lado, aunque no estén de acuerdo con la situación, pues no quieren ellos mismos padecer lo que sufre el compañero que es tomado de punto. 235 En estas situaciones de maltrato escolar es fundamental para el niño o adolescente tener una buena relación con su papá, pues podrá conversar con él sobre lo que le sucede y el padre, a su vez, podrá discernir de qué manera intervenir. Aunque no llegue a intervenir directamente —ya sea hablando con maestros y profesores (sobre todo en la etapa primaria) —, al menos puede brindarle su apoyo, alentarlo, y tratar de darle consejos que lo ayuden a superar la situación, produciendo el menor efecto negativo posible. Por el contario, cuando al maltrato escolar se suman el maltrato paterno en el hogar, la ausencia paterna o la falta de ternura y contención, la carga del niño o adolescente puede llegar a volverse insoportable, producir un dolor tan profundo que lo llevará a encerrarse en la soledad y generar traumas e inseguridades que sólo el tiempo, una terapia adecuada y la gracia de Dios —a través de la oración de sanación y los sacramentos— podrán sanar. Testimonios de sanación entre las personas adultas que han participado en algunos talleres acerca de la temática de “superación de los recuerdos dolorosos”, recuerdo algunos casos muy tristes que me han compartido, como el de una mujer a la que llamaremos Clara, que tenía una compañera que por dos años se burló de ella por sus anteojos y por su apariencia física. Esto la llevó a sentirse fea durante muchos años, hasta que en un retiro, al verse en oración a sí misma reflejada en los ojos de Jesús, aceptó la realidad de que era una mujer hermosa, no sólo interior, sino también físicamente. Es que el agresor termina dañando a su compañero de tal modo que quien sufre las heridas termina creyendo lo que el otro le dice. *** Un hombre compartía en el taller de sanación interior cómo su acosador en la escuela secundaria le escupía casi todos los días la comida en el comedor del colegio, ante la risa de muchos de sus compañeros y la aparente indiferencia de otros. br...