El discipulado es revelación puesta en práctica. No se trata de una reunión semanal, una tradición religiosa o un modelo para hacer crecer la iglesia. Se trata de que el carácter de Cristo sea formado en nosotros.
No hay mejor decisión que podamos tomar, ni mejor camino que podamos elegir, que decirle al Padre: "El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado y el hacer tu voluntad en mi corazón."