La Unión Europea ha introducido la Ley de Servicios Digitales (DSA), que busca regular los contenidos considerados tóxicos en las redes sociales. Aunque la intención declarada es proteger a los ciudadanos, especialmente a los niños, de discursos de odio, desinformación y propaganda, hay preocupaciones sobre su potencial para sofocar la libertad de expresión. La ley obliga a plataformas como Facebook, Google y Amazon a supervisar y eliminar contenido que no cumpla con las normas, bajo amenaza de grandes multas y la posibilidad de ser excluidas del mercado europeo. Además, estas empresas deben revelar sus algoritmos a las autoridades europeas. Esta regulación puede ser utilizada para censurar opiniones disidentes o críticas, y recuerda a las tácticas de censura utilizadas en China. En lugar de promover la innovación, la UE parece centrarse en regular y controlar, con motivaciones que van más allá de la protección ciudadana, incluyendo intereses geopolíticos y la protección del status quo. La implementación de la DSA podría resultar en una censura excesiva por parte de las plataformas, temerosas de las sanciones, lo que haría que Internet en Europa se volviera más restrictivo.