El presidente francés, Emmanuel Macron, está considerando seriamente la posibilidad de que las naciones de la OTAN se vean obligadas a desplegar fuerzas en Ucrania para contrarrestar la ofensiva rusa, lo que nos acerca peligrosamente a un conflicto directo con Ucrania. La advertencia de Moscú sobre las graves repercusiones de una escalada, que podrían llevar a una guerra nuclear catastrófica de la cual nadie saldría victorioso, resuena como un sombrío presagio. Hasta ahora, el fervor por la guerra no ha logrado resonar ampliamente, dada la apatía creciente de las sociedades occidentales, que están exhaustas de financiar un enfrentamiento aparentemente interminable. Esta fatiga se ve exacerbada por las crecientes pruebas de enriquecimiento por parte del presidente ucraniano, Vladimir Zelensky, y su círculo cercano, añadiendo una capa más de desilusión al ya complicado panorama.