10. Hansel y Gretel
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De los hermanos Grimm Érase una vez un leñador muy pobre que tenía dos hijos: un niño llamado Hansel, y una niña llamada Gretel. El leñador había contraído nuevamente matrimonio después de que la madre de los niños falleciera.  El leñador quería mucho a sus hijos pero un día una terrible hambruna asoló la región. Casi no tenían nada para comer y una noche la malvada esposa del leñador le dijo: “No podremos sobrevivir los cuatro otro invierno. Deberemos tomar mañana a los niños y llevarlos a la parte más profunda del bosque cuando salgamos a trabajar. Les daremos un pedazo de pan a cada uno y luego los dejaremos allí para que ya no encuentren su camino de regreso a casa”.  El leñador se negó a esta idea porque amaba a sus hijos y sabía que si los dejaba en el bosque morirían de hambre o devorados por las fieras, pero su esposa le dijo: “Tonto, ¿no te das cuenta que si no dejas a los niños en el bosque, entonces los cuatro moriremos de hambre?”.  Y tanto insistió la malvada mujer, que finalmente convenció a su marido de abandonar a los niños en el bosque.  Afortunadamente los niños estaban aún despiertos y escucharon todo lo que planearon sus padres. “Gretel” dijo Hansel a su hermana: “No te preocupes que ya tengo la solución”.  A la mañana siguiente todo ocurrió como se había planeado. La mujer levantó a los pequeños muy temprano, les dio un pedazo de pan a cada uno y los cuatro emprendieron la marcha hacia el bosque.  Lo que el leñador y su mujer no sabían era que durante la noche, Hansel había salido al jardín para llenar sus bolsillos de guijarros blancos. Y ahora, mientras caminaban lenta y sigilosamente fue dejando caer guijarro tras guijarro formando un camino que evitaría que se perdieran dentro del bosque.  Cuando llegaron a la parte más boscosa, encendieron un fuego, sentaron a los niños en un árbol caído y les dijeron: “Aguarden aquí hasta que terminemos de trabajar”.  Durante largas horas los niños esperaron hasta que se hizo de noche, ellos permanecieron junto al fuego tranquilos porque oían a lo lejos un CLAP-CLAP, que supusieron sería el hacha de su padre trabajando todavía. Pero ignoraban que su madrastra había atado una rama a un árbol para que hiciera ese ruido al ser movida por el viento.  Cuando la noche se hizo más oscura Gretel decidió que era tiempo de volver, pero Hansel le dijo que debían esperar a que saliera la luna y así lo hicieron, cuando la luna iluminó los guijarros blancos dejados por Hansel, fue como si hubiera delante de ellos un camino de plata.  A la mañana siguiente los dos niños golpearon la puerta de su padre. “¡Hemos llegado!”, gritaron los niños. La madrastra estaba furiosa, pero el leñador se alegró inmensamente porque lamentaba mucho lo que había hecho. Vivieron nuevamente los cuatro juntos un tiempo más pero a los pocos días, una hambruna aún más terrible que la anterior volvió a devastar la región.  El leñador no quería separarse de sus hijos pero una vez más su esposa lo convenció de que era la única solución.  Los niños oyeron esto una segunda vez pero esta vez Hansel no pudo salir a recoger los guijarros porque su madrastra había cerrado con llave la puerta para que los niños no se pudieran escapar.  “No importa” le dijo Hansel a Gretel. “No te preocupes, que algo se me ocurrirá mañana”. Aún no había salido el sol cuando los cuatros dejaron la casa. Hansel fue dejando caer todo a lo largo del camino las miguitas del pan que le habían dado antes de partir la malvada madrastra. Nuevamente los dejaron junto al fuego, en lo profundo del bosque, y esperaron mucho tiempo allí sentados. Cuando estaba oscureciendo quisieron volver a casa, y oh! que gran sorpresa se llevaron los niños cuando comprobaron que
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Published 04/15/20
Published 04/15/20
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