Mathias está de vacaciones en París con su papá y su mamá. Y hoy es un día especial: es la Fiesta Nacional. Su mamá le explica que cada 14 de julio, se organiza un gran desfile en los Campos Elíseos para celebrar la Revolución francesa. Mathias no lo entiende todo pero está muy contento porque esta mañana pudo ver caballos en la calle y aviones en el cielo. Incluso algunos aviones dejan marcas como pequeñas nubes de colores Azul, Blanco y Rojo. Sin embargo las aventuras no paran aquí para Mathias. Esta noche, va a ir a ver los fuegos artificiales de la Torre Eiffel. Sus papás le explican que para encontrar un buen lugar, hay que salir temprano. Entonces, Papá decide organizar un picnic para entretener a toda la familia. Hacia las ocho de la noche, Mathias y sus papás se dirigen al Puente del Alma. La gente va llegando de todas partes y se instalan en las banquetas y en el puente. Aun es de día porque en el verano, los días parecen nunca terminar. Papá encuentra un súper lugar y saca de su mochila todo lo necesario para el picnic. Primero extiende grandes bolsas de papel como si fueran un mantel. Luego coloca todas las cosas deliciosas que había comprado para hacer un verdadero picnic: una buena baguette, queso y jamón. Como un mago con su sombrero mágico, Papá no para de sacar nuevos tesoros de su bolsa. Pero conservó lo mejor para el final. De postre, Papá escogió unos deliciosos eclairs de chocolate. El tiempo pasa, la noche cae poco a poco sobre París. Los niños pierden la paciencia y los más grandes también. Entonces, cuando el cielo se vuelve totalmente oscuro, Mathias escucha un ruido enorme, como una explosión, seguida por muchas luces brillantes que iluminan el cielo. Los espectadores se maravillan del baile de los colores. Mientras el espectáculo de luz y sonido no deja de resonar en toda la ciudad, Mathias lucha para quedarse despierto. Termina por dormirse en los brazos de su papá, arrullado por las explosiones a lo lejos, boom, boom, boom