El Celoso (adultos)
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Había una vez un hombre que era muy celoso. El hombre no permitía que nada ni nadie se acercara a su esposa. La esposa era una mujer muy bella,  buena y noble que siempre estaba pendiente de el y nunca salía de la casa porque su marido no le dejaba salir.    El marido que había desarrollado unos celos patológicos, siempre la estaba vigilando, pero cada que salía a trabajar su mente le torturaba pensando que su mujer le podía ser infiel con alguien y que ese alguien se la podía llevar.  Dejándolo solo.    Por aquellos tiempo se presentó en el pueblo un Circo y dentro de las atracciones que ofrecían era un adivinadora del futuro. El hombre desesperado por la incertidumbre de llegar a perder a su esposa fue a visitarla. La adivinadora tenía una pequeña tienda en el circo que anunciaba toda clase de suertes y artes adivinatorios. El hombre temeroso entro a aquella tienda después de pagar en la puerta por el costo de la consulta adivinatoria y se sorprendió de lo que encontró allí. En el centro de la oscura habitación se encontraba una mujer anciana al frente de una bola de cristal. La mujer sin mirarle le dijo. Se por lo que vienes y debo advertirte que todo esfuerzo que hagas es inútil. Perderás a tu mujer.    El hombre al escuchar esto enloqueció de ira. Esta vieja adivinadora le había confirmado su más profundo temor. Y desesperado salió de allí rumbo a su casa. En el camino comenzó a elucubrar las acciones que debía tomar para que su mujer no lo abandonara.    Lo primero que se le ocurrió era evitar que ella le sonriera a los extraños que pudiera encontrar. Asi que sin miramientos decidió quitarle los dientes. Aquella noche, después de haberla dormido con un potente somnífero, le arranco los dientes, uno por uno. La esposa despertó adolorida y sin dientes.    El hombre se dirigió de nuevo a la tienda del circo donde se encontraba la anciana adivina y después de pagar el importe entro, pero la adivina apenas cruzo la puerta le dijo. Ya te lo he dicho tu esposa te abandonara y se ira de tu casa.    El hombre celoso furioso se retiro y de camino a casa tomo la decisión de evitar que la belleza de su mujer fuera una tentación para otros. Así que esa noche durmió a su esposa y le quito los bellos ojos verde esmeralda que tanto enloquecían a los hombres. A la mañana siguiente la esposa estaba totalmente ciega. Y como el día anterior el hombre llego donde la anciana adivina quien de nuevo le dijo. El destino es inexorable, tu esposa saldrá de tu casa para nunca más volver.    El hombre celoso, salió de nuevo a su casa y pensando dijo que evitaría que su esposa pudiera abrazar alguna vez otro hombre y así después de dormirla le corto los brazos. Y ella despertó manca a la mañana siguiente.    El hombre fue de nuevo a donde la adivina y esta le confirmo que pronto ella saldría de su casa.   Y una vez más el celoso pensó en como evitar que su mujer saliera de la casa. Le cortaría las piernas. Y asi lo hizo aquella noche cuando ella dormía, le corto ambas piernas.    A la mañana siguiente el celoso recorrió el trayecto hasta la tienda del circo donde se encontraba la adivina pero esta vez encontró que los empleados del circo estaban recogiendo las carpas y vio que la tienda de la adivina ya no estaba. Desesperado dio vueltas y vueltas por todas las carpas preguntando si alguien sabía del paradero de aquella anciana adivina, pero todos le confirmaron que el circo había comenzado a desmontarse y que la anciana ya había partido hacia otro pueblo, junto con los empresarios del circo y todos los artistas.    Y el hombre decidió volver a su casa donde su esposa.    Al día siguiente en un pueblo vecino el circo abría sus puertas ofreciendo sus múltiples atracciones tales como m
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