El único oráculo que Anna y Harry encuentran en la ciénaga es el propio Anderson: ambos han caído en la trampa del neurólogo, que les espera en el pantano. Una peligrosa persecución se desata a través del lodo.
Harry ha reconocido finalmente sus errores. Avergonzado, le pide disculpas a Julia. Está dispuesto a vivir atrapado en el tiempo… sin ella. Pero, ¿qué opina Julia sobre eso?
Harry no entiende a Julia. Desesperado, acaba sincerándose con su amiga Bárbara. Le cuenta lo sucedido durante las vacaciones. Mientras lo hace se le ocurre dónde podría estar el error.