Cordelia implora por drones miniaturas que entren a los cuerpos e inyecten células de la alegría. Se les está pasando el tiempo y no hacen nada. Se escuchan sirenas y mucho ruido. Ruido como nunca.
Aparece Jaime, hermano de Sara, con una idea para hacer en esas supuestas últimas horas de su existencia. Sara se burla de la idea, a Cordelia le parece sensacional.